Segundo castigo: Las ranas llenan el país
1 1 (7.26) Entonces Dios le dijo a Moisés:
«Ve a hablar con el rey de Egipto, y dile de mi parte que los deje ir al desierto para que me adoren. 2 2 (7.27) Si no los deja ir, yo haré que todo Egipto se llene de ranas. 3-4 3-4 (7.28-29) Habrá ranas en el río Nilo, y en el palacio del rey, y en las casas de sus consejeros y de todo su pueblo. Se meterán en su habitación y se treparán en su cama; ¡habrá ranas hasta donde amasan su pan!»
5 5 (1) Moisés fue a hablar con el rey de Egipto, pero como este no dejó que el pueblo se fuera, Dios le dijo a Moisés: «Dile a Aarón que tome su vara y la extienda sobre los ríos, arroyos y lagunas, para que salgan ranas y llenen todo Egipto».
6 6 (2) Aarón extendió su brazo sobre todos los depósitos de agua de Egipto, y de allí salieron ranas y llenaron todo el país. 7 7 (3) También los magos egipcios con su magia hicieron que salieran ranas del agua y que llenaran todo el país. 8 8 (4) El rey, por su parte, mandó llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo:
—Pídanle a su Dios que quite las ranas, porque ya no las soportamos. Si lo hace, yo dejaré que el pueblo de Israel vaya a ofrecerle sacrificios.
9 9 (5) Moisés contestó:
—Muy bien, Su Majestad. Ahora dígame cuándo quiere que le pida a Dios por usted, por sus servidores y por su pueblo. Así las ranas se irán de su palacio y se quedarán solo en el río.
10-11 10-11 (6-7) —¡Que se vayan mañana mismo! —contestó el rey.
—Pues así se hará —dijo Moisés—. Mañana mismo se irán y se quedarán solo en el río. Ya no molestarán más a los egipcios. Así sabrá Su Majestad que no hay otro Dios como el Dios de Israel.
12 12 (8) Moisés y Aarón salieron del palacio del rey. Luego Moisés le rogó a Dios que alejara del rey las ranas que había mandado. 13 13 (9) Dios lo hizo así, y se murieron las ranas que había en las casas, en los patios y en los campos. 14 14 (10) Los egipcios juntaron en montones las ranas muertas, y todo el país olía muy mal. 15 15 (11) Pero tal como Dios lo había dicho, en cuanto el rey vio que ya todo había pasado, no les hizo caso, sino que se puso más terco y no dejó salir a los israelitas.
Tercer castigo: El polvo se convierte en mosquitos
16 16 (12) Entonces Dios le dijo a Moisés: «Dile a Aarón que golpee con su vara el polvo del suelo de Egipto, para que se convierta en mosquitos».
17 17 (13) Moisés y Aarón hicieron lo que Dios les ordenó. Aarón extendió el brazo y con su vara golpeó el polvo del suelo. Al instante, todo el polvo de Egipto se convirtió en mosquitos que picaban a la gente y a los animales. 18 18 (14) Los magos de Egipto intentaron hacer lo mismo, pero no pudieron. Y como los mosquitos seguían atacando a la gente y a los animales, 19 19 (15) los magos fueron a ver al rey y le dijeron: «¡Dios está haciendo todo esto!»
Una vez más, todo sucedió como Dios lo había dicho: El rey de Egipto se puso terco y no les hizo caso ni a Moisés ni a Aarón.
Cuarto castigo: Muchas moscas atacan a Egipto
20 20 (16) Entonces Dios le dijo a Moisés:
«Levántate mañana muy temprano, y cuando el rey baje al río le saldrás al encuentro y le dirás de mi parte que deje salir a mi pueblo para que vaya a adorarme. 21 21 (17) Si no los deja ir, yo enviaré muchas moscas para que lo molesten a él, y a sus servidores y a su pueblo. Todas las casas egipcias se llenarán de moscas, y habrá moscas hasta en el suelo. 22-23 22-23 (18-19) Sin embargo, no enviaré moscas sobre la región de Gosén, donde vive mi pueblo; las moscas atacarán a los egipcios, pero no a los israelitas. Esto lo haré mañana mismo. Así sabrá el rey de Egipto, que el Dios de los israelitas está en su país».
24 24 (20) Y Dios cumplió lo que había anunciado: envió muchísimas moscas, que se metieron en el palacio del rey y en las casas de sus servidores. Todo Egipto se llenó de moscas y quedó arruinado. 25 25 (21) Al ver esto el rey, mandó a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo:
—Vayan y adoren a su Dios, pero no salgan del país.
26 26 (22) Moisés le contestó:
—No creo que debamos hacerlo. A los egipcios no les gustará vernos adorar a nuestro Dios y ofrecerle animales que para ellos son sagrados. Si llegan a vernos haciéndolo, lo más seguro es que nos maten a pedradas. 27 27 (23) Es mejor que vayamos al desierto, hasta donde lleguemos en tres días, y que allí le ofrezcamos sacrificios a nuestro Dios, tal como él nos lo ha ordenado.
28 28 (24) El rey contestó:
—Yo los dejaré ir al desierto a ofrecer sacrificios a su Dios, siempre y cuando no se alejen mucho, y le pidan a su Dios por mí.
29 29 (25) Moisés dijo:
—En cuanto salga yo de aquí, le pediré a Dios que mañana mismo aleje de Egipto las moscas. Pero lo haré siempre y cuando Su Majestad permita, de una vez por todas, que mi pueblo vaya y ofrezca sacrificios a nuestro Dios.
30-31 30-31 (26-27) Moisés salió del palacio y le pidió a Dios que alejara del rey las moscas, y Dios así lo hizo. No quedó una sola mosca. 32 32 (28) Pero el rey volvió a ponerse terco y no dejó salir a los israelitas.
La plaga de ranas
1 Entonces el Señor le dijo a Moisés:
«Preséntate ante el faraón y dile que yo, el Señor, he dicho: “Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.
2 Si no lo dejas ir, vas a ver cómo voy a castigar con ranas todos tus territorios.
3 El río criará ranas, y estas entrarán en tu casa, y en la cámara donde duermes, y se treparán a tu cama, y se meterán a las casas de tus siervos, y en tu pueblo, en tus hornos y en tus artesas.
4 ¡Las ranas se treparán sobre ti y sobre tu pueblo, y sobre todos tus siervos!”»
5 El Señor le dijo a Moisés:
«Dile a Aarón que extienda la vara que lleva en su mano sobre los ríos, arroyos y estanques, y que haga subir ranas sobre la tierra de Egipto.»
6 Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto.
7 Pero los hechiceros hicieron lo mismo, y con sus encantamientos hicieron venir ranas sobre la tierra de Egipto.
8 Entonces el faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo:
«Ruéguenle al Señor que nos quite las ranas a mí y a mi pueblo. Entonces dejaré ir a tu pueblo para que ofrezca sacrificios al Señor.»
9 Y Moisés le dijo al faraón:
«Dígnate indicarme cuándo debo orar por ti, por tus siervos y por tu pueblo, para que las ranas se aparten de ti y de tus casas, y que se queden solamente en el río.»
10 El faraón dijo:
«Hazlo mañana.»
Y Moisés respondió:
«Así se hará, tal y como lo has dicho, para que sepas que no hay dios como el Señor nuestro Dios.
11 Las ranas se apartarán de ti y de tus casas, y de tus siervos y de tu pueblo, y solamente se quedarán en el río.»
12 En cuanto Moisés y Aarón salieron de la presencia del faraón, Moisés clamó al Señor en cuanto a las ranas que había mandado sobre el faraón,
13 y el Señor actuó en conformidad con la palabra de Moisés, pues murieron las ranas en las casas, los cortijos y los campos.
14 Entonces las juntaron y amontonaron, pero todo el país apestaba.
15 Y tal y como el Señor lo había dicho, en cuanto el faraón vio que se le había dado un respiro, endureció su corazón y no les hizo caso.
La plaga de piojos
16 Entonces el Señor le dijo a Moisés:
«Dile a Aarón que extienda su vara y golpee el polvo de la tierra, para que este se convierta en piojos por todo Egipto.»
17 Ellos lo hicieron así. Aarón extendió su mano con su vara y golpeó el polvo de la tierra, y este se convirtió en piojos. En todo Egipto, todo el polvo de la tierra se convirtió en piojos, lo mismo en la gente como en los animales.
18 Los hechiceros hicieron también sus encantamientos para convertir el polvo en piojos, pero no pudieron, así que tanto la gente como los animales tenían piojos.
19 Entonces los hechiceros le dijeron al faraón: «Esto es obra del dedo de Dios.» Pero tal y como el Señor lo había dicho, el corazón del faraón se endureció y no les hizo caso.
La plaga de moscas
20 El Señor dijo a Moisés:
«Mañana vas a levantarte y presentarte ante el faraón, cuando él baje al río. Allí le dirás que yo, el Señor, le digo: “Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.
21 Si no lo dejas ir, yo enviaré contra ti y contra tus siervos, y contra tu pueblo y tus casas, toda clase de moscas. Todas las casas de Egipto se llenarán de moscas, lo mismo que la tierra donde haya egipcios.
22 Ese día, pondré aparte a la tierra de Gosén, donde habita mi pueblo, para que no haya en ella una sola mosca. Así sabrás que yo, el Señor, estoy en medio de la tierra.
23 Voy a hacer distinción entre mi pueblo y el tuyo. Esta señal tendrá lugar mañana.”»
24 Y así lo hizo el Señor, y toda clase de moscas fastidiosas vino sobre la casa del faraón y sobre las casas de sus siervos, y sobre todo Egipto. ¡Por causa de ellas el país quedó en ruinas!
25 Entonces el faraón llamó a Moisés y Aarón, y les dijo:
«Vayan y ofrezcan un sacrificio a su Dios aquí en el país.»
26 Pero Moisés respondió:
«No está bien que lo hagamos así, porque ofreceríamos al Señor nuestro Dios lo que para los egipcios es algo repugnante. Y si a la vista de los egipcios ofreciéramos en sacrificio lo que para ellos es algo repugnante, ¿no crees que nos apedrearían?
27 Debemos ir por el desierto camino de tres días, y allí ofreceremos sacrificios al Señor nuestro Dios, tal y como él nos diga.»
28 Entonces el faraón dijo:
«Yo los dejaré ir al desierto para que allí ofrezcan sacrificios al Señor su Dios, con tal de que no vayan más lejos. Y oren por mí.»
29 Y Moisés respondió:
«En cuanto yo salga de tu presencia, rogaré al Señor para que mañana mismo todas las moscas se aparten del faraón, y de sus siervos, y de su pueblo. Siempre y cuando el faraón no falte más a su palabra, y nos deje ir como pueblo a ofrecer sacrificio al Señor.»
30 Moisés salió de la presencia del faraón y oró al Señor,
31 y el Señor hizo lo que Moisés le pidió y alejó todas esas moscas del faraón, de sus siervos y de su pueblo. ¡Ni una sola mosca quedó!
32 Pero incluso en esta ocasión el faraón endureció su corazón y no dejó que el pueblo se fuera.