Contra Tiro
1-2 Habían pasado once años desde que llegamos presos a Babilonia, y el día primero del mes de Adar, Dios me dijo:
«Ezequiel, hombre mortal, la ciudad de Tiro se burla de Jerusalén y dice:
“¡La gran ciudad,
centro del comercio mundial,
ha quedado en ruinas!
¡Ahora me toca a mí
hacerme rica como ella!”
3 »Por eso yo, el Dios de Israel, afirmo:
“Ciudad de Tiro, yo me pondré en contra tuya. Haré que se levanten contra ti muchas naciones, como se levantan las olas en el mar. 4 Esas naciones derribarán tus murallas y echarán abajo tus torres; de la ciudad no quedarán más que piedras. 5-6 Te saquearán por completo. Tus playas no servirán más que para poner las redes a secar, y en tus ciudades en tierra firme la gente morirá atravesada por la espada. Entonces reconocerán que yo soy el Dios de Israel. Les juro que así será.
7 ”Ciudad de Tiro, voy a traer del norte al rey Nabucodonosor, para que te ataque. Nabucodonosor es rey de Babilonia; es el rey más poderoso que existe. Vendrá con un ejército grande y poderoso, 8 y matará a la gente de tus ciudades en tierra firme. Para conquistarte, lanzará sus ejércitos contra ti. Construirá rampas y hará escaleras, 9 y traerá máquinas para derribar la muralla y las torres de la ciudad.
10 ”El rey de Babilonia entrará por los portones de tu ciudad, como todo un conquistador. Sus caballos levantarán tanto polvo que ni respirar podrás, y harán tanto ruido al andar que las murallas se sacudirán. 11 ¡Tus calles quedarán totalmente pisoteadas!
”Nabucodonosor matará a todo tu pueblo, y derribará tus gruesas columnas. 12 Sus soldados se adueñarán de todas tus riquezas y mercancías, derribarán tus murallas y tus hermosos palacios, y luego echarán al mar todos los escombros. 13 Así es como pondré fin a tus fiestas y celebraciones. 14 Ciudad de Tiro, vas a quedar completamente desierta, como una roca donde se ponen las redes a secar, y nadie volverá a edificarte. Yo, el Dios de Israel, he dado mi palabra y la cumpliré.
15 ”Además, ciudad de Tiro, quiero decirte que será tan fuerte el ruido de tu caída, y tan agudos los gritos de dolor de quienes queden con vida, que los países cercanos al mar temblarán de miedo. 16 Todos sus reyes bajarán de sus tronos, se quitarán sus ropas reales, y llenos de miedo se sentarán en el suelo. Cuando vean lo que va a pasar contigo, se espantarán tanto que no dejarán de temblar. 17 Entonces te dedicarán este canto fúnebre:
“Ciudad de Tiro, antes tan conocida,
tan poderosa en el mar
y tan temida por todos,
¡cómo has quedado destruida!
18 Tu caída hace que tiemblen
los países a la orilla del mar;
los que viven en las islas
están llenos de miedo.
19 ”Pon atención a lo que te digo. Ciudad de Tiro, quedarás hecha un basurero. Serás como una ciudad fantasma, donde nadie vivirá. Yo haré que te hundas en las profundidades del mar. 20 Te hundirás en lo más profundo de la tierra. Allí, en ese mundo de ruinas, te harán compañía los que murieron hace tiempo.
”Jamás volverás a ser reconstruida. Nadie volverá a vivir en ti. 21 Cuando la gente te busque, no volverá a encontrarte. Yo te convertiré en un lugar espantoso, y así dejarás de existir. Te juro que así será”».
Profecía contra Tiro
1 El día primero del mes primero del año undécimo la palabra del Señor vino a mí, y me dijo:
2 «Hijo de hombre, cuando Jerusalén, que era la puerta de las naciones, fue conquistada, Tiro se burló de ella y pensó en sacar provecho de su caída.
3 Por eso yo, el Señor y Dios, estoy en contra de Tiro, y voy a lanzar contra Tiro a muchas naciones, que la azotarán como las olas del mar.
4 Las murallas y las torres de Tiro se vendrán abajo. ¡Voy a barrerla por completo! ¡Voy a dejarla lisa como una peña!
5 Será saqueada por las naciones, y quedará en medio del mar como un tendedero de redes, porque así lo he dicho.
—Palabra de Dios el Señor.6 »En los campos, sus hijas morirán a filo de espada. Así sabrán que yo soy el Señor.»
7 Sí, así ha dicho Dios el Señor:
«Tiro, del norte voy a traer contra ti al rey Nabucodonosor de Babilonia, que es rey entre los reyes, y que cuenta con caballos y carros de guerra, y con soldados de caballería y grandes ejércitos.
8 A tus mujeres que estén en el campo las matará a filo de espada, y a ti te atacará con torres de asalto; levantará rampas contra ti, y te atacará protegido por sus escudos.
9 Atacará tus muros con arietes, y destruirá tus torres con hachas.
10 Cuando seas conquistada, y tus puertas se vengan abajo, y sus caballos y carros de guerra irrumpan en tus calles, será tal el estruendo que tus murallas se estremecerán, y una nube de polvo te cubrirá.
11 Los cascos de sus caballos hollarán todas tus calles, a tu pueblo lo matarán a filo de espada, y tus sólidas columnas rodarán por el suelo.
12 Se robarán tus riquezas, saquearán tus mercaderías, derribarán tus murallas, y destruirán tus bellas mansiones. ¡Hasta tus piedras, tu madera y tu polvo los echarán a las aguas!
13 Yo pondré fin al bullicio de tus cantos, y no volverá a escucharse el sonido de tus cítaras.
14 Te dejaré lisa como una peña; quedarás convertida en un tendedero de redes, y nunca más serás reconstruida, porque yo, el Señor, lo he dicho.»
—Palabra de Dios el Señor.15 Así ha dicho Dios el Señor a Tiro:
«Cuando caigas estruendosamente, y griten tus heridos y haya en tus calles una gran matanza, ¡hasta las costas se estremecerán!
16 Entonces todos los príncipes del mar descenderán de sus tronos, y se quitarán sus mantos; se despojarán de sus ropas bordadas y se cubrirán de espanto; y sentados en el suelo se espantarán al verte y temblarán a cada instante.
17 Te cantarán endechas, y te dirán: “Tú, ciudad poblada por gente del mar, ciudad por todos alabada, y cuyos habitantes eran invencibles en el mar e infundían terror a todos los pueblos vecinos, ¿cómo pudiste perecer?
18 Ahora que has caído, las islas se estremecerán. ¡Sí, las islas se espantarán al enterarse de tu caída!”»
19 Así ha dicho Dios el Señor:
«Yo te convertiré en una ciudad desierta, en una ciudad deshabitada. Haré que el mar suba hasta ti, y que sus muchas aguas te cubran.
20 Te hundiré hasta lo más profundo de la tierra, te sepultaré con los pueblos de tiempos pasados; quedarás como los desiertos antiguos, como los que descienden al sepulcro, y nunca más volverás a ser habitada ni tendrás esplendor en la tierra de los vivientes.
21 Te convertiré en motivo de espanto, y dejarás de existir. Cuando te busquen, no volverán a encontrarte.»
—Palabra de Dios el Señor.