Dios cumple su palabra
1 Isaías dijo:
«Escuchen esto, israelitas,
descendientes de Jacob;
escuchen esto, ustedes,
los que pertenecen a la tribu de Judá:
Ustedes juran y oran
en el nombre del Dios de Israel,
pero no lo hacen como es debido.
2 Ustedes están muy orgullosos
de vivir en la santa ciudad de Jerusalén,
y de ser protegidos por el Dios de Israel,
cuyo nombre es Dios todopoderoso».
3 Sin embargo, Dios declara:
«Yo di a conocer los hechos del pasado
antes de que sucedieran;
y tal como lo había anunciado
estos hechos se cumplieron.
4 Como yo sabía que ustedes
tienen la cabeza más dura
que el hierro y el bronce,
5 les anuncié todo esto
desde mucho antes;
así no podrían decir
que eso lo hizo un falso dios.
6 Si ustedes se fijan bien,
reconocerán que todo esto es cierto.
Dios anuncia cosas nuevas
»Ahora les voy a anunciar
cosas nuevas y ocultas,
que ustedes no conocían.
7 Hoy voy a crear algo nuevo,
algo que antes no existía.
Ustedes, hasta hoy,
no habían oído hablar de ellas:
así que no podrán decir
que ya las sabían.
8 Ustedes no habían oído
ni conocido nada de esto,
porque yo bien sabía
que ustedes son infieles
y que siempre han sido rebeldes.
9 »Yo he tenido paciencia con ustedes.
Por respeto a mí mismo,
controlé mis deseos de destruirlos.
10 Yo los limpié de su maldad
por medio del sufrimiento,
y no lo hice por dinero.
11 Lo hice por respeto a mí mismo
y para salvar mi honor.
Porque mi nombre
debe ser siempre respetado.
Yo nunca permitiré
que adoren a otros dioses,
porque solo a mí deben adorar».
Dios salvará a su pueblo
12 Dios dijo:
«Pueblo de Israel, yo te he llamado.
Yo soy el único Dios,
el primero y el último.
13 Con mi poder hice el cielo y la tierra:
con solo pronunciar sus nombres,
comenzaron a existir.
14 Por lo tanto, israelitas,
reúnanse ahora todos ustedes,
y escúchenme:
»Yo elegí a Ciro, el rey de Persia,
y él hará con Babilonia
todo lo que he decidido.
Nadie antes anunció
todo esto de antemano.
15 Fui yo quien lo dijo;
fui yo quien hizo venir a Ciro,
y quien siempre le dará la victoria.
16 »Acérquense a mí y escuchen:
todo esto lo pensé de antemano
y nunca lo guardé en secreto.
Ahora yo, el único Dios,
he enviado a Ciro
y le he dado mi poder».
Dios guía a su pueblo
17 Dios, el Salvador y santo de Israel, continuó diciendo:
«Israel, yo soy tu Dios,
que te enseña lo bueno
y te dice lo que debes hacer.
18 ¡Ojalá me hubieras hecho caso!
Entonces habrías sido muy feliz
19 y ahora tus descendientes
serían tan numerosos
como las arenas del mar.
Yo nunca los habría destruido
ni los habría apartado de mi vista».
Dios da la libertad a su pueblo
20 Isaías les dijo a los israelitas:
«¡Salgan ya de Babilonia,
huyan de ese país!
¡Anuncien su liberación
con gritos de alegría!
Griten por todas partes:
“¡Dios ha puesto en libertad
a Israel, su fiel servidor!”
21 »Dios hizo que ustedes pasaran
por lugares desiertos,
pero no sufrieron de sed,
porque él partió la roca
y brotó agua en abundancia.
22 En cambio, a los malvados
nunca les va bien».
Dios reprende la infidelidad de Israel
1 »Escuchen esto ustedes, los de la casa de Jacob; ustedes que llevan el nombre de Israel y que salieron de las aguas de Judá; ustedes que juran en el nombre del Señor e invocan al Dios de Israel, aunque no en verdad ni en justicia;
2 ustedes que reciben su nombre de la santa ciudad y confían en el Dios de Israel, cuyo nombre es el Señor de los ejércitos:
3 Los acontecimientos de antaño ya antes los había anunciado; salieron de mi boca y los di a conocer; actué al momento y los hice realidad.
4 Yo sé bien que eres muy necio; que tu cuello es duro como el hierro, y que tu frente parece de bronce.
5 Yo te lo anuncié con anticipación; antes de que sucediera te lo hice saber, para que no dijeras: “Esto lo hicieron mis ídolos. Mis imágenes de escultura y de fundición lo ordenaron.”
6 »Todos ustedes lo han oído; todos lo han visto. ¿Y no lo darán a conocer? A partir de este momento les daré a saber cosas nuevas y secretas que no conocían.
7 Han sido creadas ahora, y no en días pasados; antes de hoy no las habías oído, para que no digas: “Fíjense que ya lo sabía.”
8 Esto nunca antes lo habías oído ni conocido; antes de ahora no se había abierto tu oído, pues yo sabía que eres desobediente. Por eso te he llamado “rebelde desde antes de nacer”.
9 »Por causa de mi nombre, y porque está en juego mi alabanza, refrenaré mi enojo; me contendré para no destruirte.
10 Bien puedes ver que te he purificado, y no como a la plata; yo te elegí en el horno de la aflicción.
11 Lo hice por mí, por causa de mí mismo, para que mi nombre no sea profanado, pues no daré a ningún otro mi honra.
12 »Jacob, yo te he llamado; Israel, escúchame: Solo yo soy el primero, y solo yo soy el último.
13 Con mi propia mano establecí la tierra; con la palma de mi mano derecha medí los cielos y, cuando los llamé, juntos se presentaron ante mí.
14 »Júntense todos ustedes, y escuchen: ¿Quién de ellos puede anunciar estas cosas? Aquel a quien yo, el Señor, amo, cumplirá mi voluntad en Babilonia, y descargará su brazo sobre los caldeos.
15 Soy yo quien ha hablado; soy yo quien lo llamó y lo hizo venir; por lo tanto, sus acciones serán prosperadas.»
16 Acérquense a mí y escuchen esto. Desde un principio no he hablado en secreto; yo estaba allí desde que esto se hizo realidad, y ahora el Señor y su espíritu me han enviado.
17 Así dice el Señor, tu Redentor, el Santo de Israel:
«Yo soy el Señor tu Dios, cuya enseñanza es provechosa, y que te dirige por el camino que debes seguir.
18 Si hubieras prestado atención a mis mandamientos, tu paz habría fluido como un río, y tu justicia sería como las olas del mar;
19 tu descendencia, tus renuevos, serían incontables como los granos de arena, y su nombre nunca sería erradicado ni borrado de mi presencia.»
20 ¡Salgan de Babilonia! ¡Huyan de entre los caldeos! ¡Anuncien esto con voces de alegría! ¡Denlo a conocer, difúndanlo hasta los últimos rincones de la tierra! ¡Digan que el Señor ha redimido a Jacob, su siervo!
21 Ellos no tuvieron sed cuando él los llevó a través del desierto, cuando hizo que brotara para ellos agua de la piedra, cuando hendió la peña y las aguas fluyeron.
22 El Señor ha dicho: «No hay paz para los malvados».