La nueva Jerusalén
1 Isaías dijo:
«Por amor a ustedes,
habitantes de Jerusalén,
no me callaré.
Por amor a ustedes,
no descansaré
hasta que Dios les dé la victoria.
Cuando Dios los salve,
ustedes brillarán
como el sol al amanecer.
2 »Israelitas, las naciones verán
cuando Dios los salve,
y todos los reyes de la tierra
reconocerán su grandeza.
Entonces Dios les dará
un nombre nuevo,
3 y serán en la mano de Dios
como la hermosa corona de un rey.
4 »Ya no le dirán a Jerusalén:
“Ciudad abandonada”,
sino: “La favorita de Dios”,
ni a la tierra de Israel:
“País en ruinas”,
sino: “La esposa de Dios”.
5 Porque Dios se casará con ella,
como se casa un joven con su novia;
Dios la reconstruirá y vivirá feliz con ella,
como vive feliz el marido con su esposa.
6 »Jerusalén, en tus murallas
yo he puesto guardias
que día y noche dirán:
“Ustedes, los que adoran a Dios,
no se queden callados.
7 No le den a Dios
ni un minuto de descanso,
hasta que reconstruya Jerusalén
y la haga una ciudad famosa”.
8 »Dios ha jurado por sí mismo:
“Nunca más permitiré
que los enemigos de Israel
se coman su trigo,
o que los extranjeros les quiten el vino
que con tanto trabajo hicieron.
9 Israel comerá lo que coseche,
recogerá las uvas y beberá el vino nuevo,
cantando alabanzas a mi nombre
en los patios de mi santo templo”».
10 Isaías continuó diciendo:
«¡Habitantes de Jerusalén,
salgan por los portones de la ciudad,
preparen un camino para el pueblo!
Háganlo con cuidado,
quítenle las piedras
y pongan señales
que sirvan de guía a las naciones.
11 »Dios ha dado este mensaje
a todos los habitantes de la tierra:
“Digan a la ciudad de Jerusalén
que ha llegado su salvador;
díganle que Dios ha liberado a su pueblo.
12 Los israelitas serán llamados:
‘Pueblo santo, salvado por su Dios’,
y a Jerusalén la llamarán:
‘Ciudad deseada’,
‘Ciudad llena de vida’.”»
1 Por causa de Sión y de Jerusalén no callaré ni descansaré, hasta que su justicia brille como la aurora y su salvación alumbre como una antorcha.
2 Entonces las naciones verán tu justicia; todos los reyes contemplarán tu gloria. Entonces recibirás un nombre nuevo, que el Señor mismo te pondrá.
3 En la mano del Señor serás una hermosa corona; en la mano de tu Dios serás una regia diadema.
4 Nunca más volverán a llamarte «Desamparada», ni a tu tierra le dirán «Desolada». Más bien, serás llamada «Deleite mío», y tu tierra será llamada «Esposa mía», porque el amor del Señor estará en ti, y tu tierra volverá a tener esposo.
5 Porque tus hijos se desposarán contigo, de la manera que un joven se desposa con una doncella; ¡tu Dios se recreará contigo como se recrea el esposo con la esposa!
6 Sobre tus murallas, Jerusalén, he puesto vigilantes que ni de día ni de noche guardarán silencio. Ustedes, los que invocan al Señor, no se den descanso
7 ni tampoco lo dejen descansar, hasta que él restablezca a Jerusalén y la convierta en la alabanza de la tierra.
8 El Señor ha jurado, por su mano derecha y por el poder de su brazo: «No volveré a alimentar a tus enemigos con tu trigo, ni gente extraña volverá a beber tu vino, fruto de tu trabajo.
9 Quienes cosechen el trigo serán quienes lo coman, y alabarán al Señor. Quienes vendimien los viñedos, beberán el vino en los atrios de mi santuario.»
10 ¡Pasen por las puertas de la ciudad!, ¡pasen por ellas! ¡Ábranle paso al pueblo! ¡Allanen el camino y quítenle las piedras! ¡Levanten la bandera sobre los pueblos!
11 ¡Oigan lo que el Señor ha dado a conocer hasta los extremos de la tierra! Digan a la hija de Sión: «¡Aquí viene tu salvador! ¡Su recompensa lo acompaña! ¡Sus obras le anteceden!»
12 Ellos serán llamados «Pueblo Santo», «Redimidos del Señor», y a ti te llamarán «Ciudad Deseada», y «No desamparada».