Segunda participación de Bildad
1 Bildad respondió:
2 «¡Hablemos menos y pensemos más;
entonces podremos conversar!
3 Job cree que somos tontos;
nos trata como si fuéramos animales.
4 Tan enojado está
que él mismo se despedaza;
¡pero eso no cambia nada!
5-6 »La vida de los malvados
es como lámpara que se apaga;
es como la luz de una casa,
que de pronto deja de alumbrar.
7-10 Sus pasos van perdiendo fuerza;
caen en sus propias trampas,
y allí se quedan atrapados.
11-12 El miedo y el desastre
los siguen por todas partes;
¡no los dejan ni un momento!
13 La enfermedad y la muerte
les devoran todo el cuerpo.
14 La muerte los arranca
de la tranquilidad del hogar;
15 en su casa hay olor a azufre
porque el fuego la consume.
16 Los malvados son como un árbol,
al que se le secan las raíces
y se le marchitan las ramas.
17-18 Nadie se acuerda de ellos;
son lanzados a la oscuridad
y su fama queda en el olvido.
19 En el pueblo donde vivían,
no les queda ningún pariente.
20 De un extremo al otro de la tierra,
la gente se asombra y se asusta
al saber cómo acabaron.
21 Así terminan los malvados,
los que no reconocen a Dios».
Segunda reprensión de Bildad a Job
1 Entonces Bildad el suhita le dijo:
2 «¿Cuándo vas a dejar de hablar?
Ponte a pensar, y después de eso hablaremos.
3 ¿Por qué nos consideras unas bestias?
¿Por qué nos ves como gente despreciable?
4 Aunque airado te desgarres el alma,
la tierra no va a quedarse sin vida por tu causa,
ni las rocas van a cambiar de lugar.
5 »La vida del malvado habrá de extinguirse,
y el resplandor de su fuego dejará de brillar.
6 La luz se irá apagando en su casa,
y su lámpara dejará de alumbrar;
7 sus pasos irán perdiendo su vigor,
y sus planes se volverán contra él.
8 A su paso se le tenderán trampas,
y quedará enredado entre redes.
9 Sus tobillos quedarán atrapados
en la trampa que se le tienda.
10 Le esperan trampas ocultas en el suelo;
hay trampas escondidas, esperando que pase.
11 Por todas partes lo asaltará el terror;
por todos lados se verá perseguido.
12 El hambre le hará perder fuerzas,
y el desastre no lo abandonará.
13 La enfermedad irá minando su cuerpo,
y la muerte le roerá las manos y los pies.
14 Arrancado de la seguridad de su casa,
será arrastrado por el rey de los terrores.
15 Vivirá en su propia casa como en casa ajena,
y sobre su casa caerá polvo de azufre.
16 Será desarraigado de su pueblo,
y nunca llegará a formar una familia.
17 Su nombre será olvidado por todos,
y nadie en la calle lo reconocerá.
18 Será arrojado de la luz a las tinieblas,
y expulsado de este mundo.
19 No tendrá entre su pueblo pariente alguno,
ni habrá tampoco quien herede sus posesiones.
20 Su final aterrará a los de occidente,
y hará temblar de miedo a los de oriente.
21 Así termina la vida de los malvados;
en eso paran los que no reconocen a Dios.»