Dios juzgará a las naciones
1 1 (4.1) »Cuando llegue ese día,
haré que los de Judá y de Jerusalén
vuelvan de las naciones
a donde los llevaron prisioneros.
2-3 2-3 (4.2-3) Reuniré a todas las naciones
en el valle de Josafat,
y las declararé culpables
por todo lo que le hicieron
a mi querido pueblo Israel:
lo dispersaron por todas partes,
y echando suertes entre ellos
se repartieron su territorio;
vendieron como esclavos
a los niños y a las niñas,
¡y con ese dinero compraron
vino para emborracharse,
y les pagaron a las prostitutas!
4 4 (4.4) »Ciudades de Tiro y de Sidón,
no les conviene ponerse en mi contra.
Y a ustedes, provincias de Filistea,
no les conviene desquitarse conmigo,
porque yo les daré su merecido
más pronto de lo que piensan.
5 5 (4.5) Ustedes se han robado
todo mi oro y toda mi plata;
¡mis más ricos tesoros
se los llevaron a sus templos!
6-7 6-7 (4.6-7) »Ustedes, gente de Tiro y de Sidón,
se llevaron muy lejos a la gente de Judá;
a los habitantes de Jerusalén
los vendieron como esclavos.
Pero yo los rescataré;
los haré volver de Grecia,
donde ustedes los vendieron.
»Ahora yo haré con ustedes
lo mismo que hicieron con mi pueblo:
8 8 (4.8) venderé a sus hijos y a sus hijas
al pueblo de Judá,
para que ellos los revendan
a las tribus del desierto.
Les juro que así lo haré».
El profeta anuncia el juicio
9 9 (4.9) El profeta Joel les dijo a las naciones vecinas:
«¡Preparen sus ejércitos!
¡Prepárenlos para la batalla!
¡Dios les declara la guerra!
10 10 (4.10) ¡Conviertan sus herramientas
en armas de guerra!
¡Conviertan a los más cobardes
en hombres de valor!
11-12 11-12 (4.11-12) »¡Vengan, naciones vecinas!
Reúnanse pronto en el valle de Josafat.
¡Allí Dios las juzgará
y las declarará culpables!
13 13 (4.13) Dios las cortará como al trigo
cuando está listo para la cosecha;
las aplastará como a las uvas
cuando están listas para hacer vino.
¡Ya es demasiada su maldad!
14 14 (4.14) »Mucha gente se ha reunido
en el Valle de la Decisión,
porque allí llegará nuestro Dios.
¡Cercano está el día de su llegada!
15 15 (4.15) Cuando Dios llegue,
se oscurecerán el sol y la luna,
y perderán su brillo las estrellas;
16 16 (4.16) temblarán el cielo y la tierra,
y nuestro Dios se enojará
y hablará desde Jerusalén.
Pero protegerá a los israelitas
y será un refugio para ellos».
Habla Dios
17 17 (4.17) Dios le dijo a su pueblo:
«Cuando llegue ese día,
ustedes reconocerán que yo soy su Dios.
Me quedaré a vivir en mi templo,
y Jerusalén será mi ciudad preferida.
¡Nunca más un ejército extranjero
volverá a poner un pie en ella!
18 18 (4.18) »Cuando llegue ese día,
en los cerros y en las colinas
habrá vino y leche en abundancia;
y nunca faltará el agua
en los arroyos de Judá,
pues del templo saldrá un manantial
que regará el valle de Sitim.
19 19 (4.19) »A Egipto y a Edom
los convertiré en un desierto,
porque atacaron sin motivo
a los habitantes de Judá,
y en su propio país
mataron a gente inocente.
20-21 20-21 (4.20-21) Pero yo vengaré su muerte;
el culpable no quedará sin castigo.
Las ciudades de Judá y de Jerusalén
serán habitadas todo el tiempo,
y yo viviré en mi templo
para castigar al culpable
y defender al inocente».
Juicio del Señor sobre las naciones
1 «En esos días, y llegado el momento, haré que Judá y Jerusalén vuelvan del cautiverio.
2 Entonces reuniré a todas las naciones, y las llevaré al valle de Josafat, y allí entraré en juicio con ellas, porque ellas esparcieron entre las naciones a mi pueblo Israel, y repartieron mi propia tierra,
3 echaron suertes sobre mi pueblo, entregaron a los niños a cambio de una prostituta, y vendieron a las niñas a cambio de vino para emborracharse.
4 »¿Qué tengo yo que ver con ustedes, Tiro y Sidón, y con todo el territorio de Filistea? ¿Acaso quieren vengarse de mí? Porque, si ustedes se vengan de mí, ¡muy pronto haré que su merecido recaiga sobre su cabeza!
5 Porque ustedes se llevaron mi plata y mi oro, y todas mis cosas bellas y hermosas, y las metieron en sus templos.
6 Además, a los hijos de Judá y de Jerusalén los vendieron a los griegos, para alejarlos de su tierra.
7 Por eso yo los traeré de ese país donde los vendieron, y a ustedes les daré su merecido:
8 venderé sus hijos y sus hijas a los hijos de Judá, y ellos los venderán a los sabeos, que son una nación lejana; porque yo, el Señor, lo he dicho.
9 »¡Proclamen la guerra entre las naciones! ¡Despierten a los valientes y acérquense! ¡Vengan todos los hombres de guerra!
10 ¡Tomen sus azadones y sus hoces, y con ese metal hagan espadas y lanzas! ¡Que saque el débil fuerza de flaqueza!
11 Y ustedes todas, naciones vecinas, ¡júntense y vengan! ¡Reúnanse! Yo, el Señor, haré que tus fuertes acudan a este llamado.
12 ¡Que se despierten las naciones y suban al valle de Josafat! Yo voy a sentarme allí para juzgar a todas las naciones de alrededor.
13 ¡Echen mano a la hoz, que la mies ya está madura! ¡Vengan acá, que el lagar está rebosante! ¡Llenen las cubas, que ya es demasiada la maldad de ellos!»
Liberación de Judá
14 Son muchos los pueblos en el valle de la decisión, porque ya se acerca el día del Señor en el valle de la decisión.
15 El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas opacarán su resplandor.
16 Desde Sión, el Señor lanzará un rugido; desde Jerusalén, dejará oír su voz. Los cielos y la tierra se estremecerán, pero el Señor será la esperanza de su pueblo y la fortaleza de los hijos de Israel.
17 «Entonces sabrán ustedes que yo soy el Señor su Dios, y que habito en Sión, mi santo monte. Jerusalén será una ciudad santa, y ningún extraño volverá a pasar por ella.»
18 Cuando llegue ese momento, los montes destilarán mosto, por las colinas fluirá leche, y por todos los arroyos de Judá correrán aguas. En la casa del Señor brotará un manantial, que regará el valle de Sitín.
19 Por causa de la injuria inferida a los hijos de Judá, Egipto será destruido, y Edom quedará hecho un desierto desolado, pues en su tierra derramaron sangre inocente.
20 Pero Judá será habitada para siempre, lo mismo que Jerusalén por todas las generaciones.
21 Y el Señor limpiará la sangre derramada, la cual no quedará sin castigo. Y el Señor habitará en Sión.