En la sangre está la vida
1 Dios le ordenó a Moisés 2 que les diera las siguientes instrucciones a los sacerdotes y a todos los israelitas:
3-4 «Si un israelita piensa presentarme un toro, una oveja o una cabra como ofrenda, deberá matar el animal a la entrada del santuario. Si lo mata en cualquier otro lugar, dentro o fuera del campamento, comete un crimen, y deberá ser expulsado del país.
5 »Los israelitas que me presenten esos animales como ofrenda para pedirme salud y bienestar deberán traerlos a la entrada del santuario. Allí se los entregarán al sacerdote, y él me los presentará. 6 Luego el sacerdote rociará mi altar con la sangre de esos animales, y quemará la grasa en mi honor, como ofrenda de aroma agradable. 7 Así los israelitas dejarán de presentar ofrendas a los demonios con figura de chivo. Esta orden no cambiará jamás.
8 »Si un israelita, o algún extranjero que viva en el país, presenta un animal para quemarlo en mi honor, 9 deberá ofrecérmelo a la entrada del santuario. Si no lo hace, será expulsado del país.
10 »Si un israelita, o algún extranjero que viva en el país, come carne con sangre, yo me pondré en su contra, y lo expulsaré del país. 11 La sangre es la que da vida al cuerpo. Yo mismo les he dado la sangre de los animales para que me la presenten ante el altar, y gracias a la vida que hay en ella, ustedes obtengan mi perdón. 12 Por lo tanto, la carne que coman los israelitas o los extranjeros que vivan en el país, no deberá tener ni una gota de sangre.
13 »Si algún israelita o extranjero que viva en el país, llega a cazar un pájaro o un animal de los que está permitido comer, deberá dejar que se escurra la sangre y cubrirla con tierra. 14 Recuerden que la sangre es la que da vida a todo animal. Por eso no les permito comer carne con sangre, y quien lo haga, será expulsado del país.
15 »Cuando algún israelita o un extranjero encuentre un animal ya muerto y coma de él, quedará impuro hasta el anochecer, y deberá lavar su ropa y bañarse. 16 Si no cumple mis órdenes, será castigado por su desobediencia».
El santuario único
1 El Señor habló con Moisés, y le dijo:
2 «Habla con Aarón y sus hijos, y con todo el pueblo de Israel, y diles que esto es lo que yo, el Señor, les ordeno hacer:
3 »Todo israelita que dentro del campamento o fuera de él degüelle un buey, un cordero o una cabra,
4 y no lo lleve a la entrada del tabernáculo de reunión para ofrecerlo al Señor como ofrenda delante de su tabernáculo, será culpable, pues ha derramado sangre. Por lo tanto, ese hombre será eliminado de su pueblo,
5 a fin de que los hijos de Israel traigan al Señor los sacrificios que ofrecen en medio del campo y los presenten al sacerdote a la entrada del tabernáculo de reunión, para que ellos ofrezcan sacrificios de paz al Señor.
6 El sacerdote rociará la sangre sobre el altar del Señor, a la entrada del tabernáculo de reunión, y quemará la grasa en olor grato en honor del Señor,
7 y nunca más ofrecerán sus sacrificios a esos demonios, por los cuales se han prostituido. Este será un estatuto perpetuo para todos sus descendientes.
8 »También les dirás que todo israelita, y todo extranjero que viva entre ustedes, que ofrezca un holocausto o sacrificio
9 y no lo lleve a la entrada del tabernáculo de reunión para ofrecérmelo, será también eliminado de su pueblo.
Prohibición de comer sangre
10 »Si algún israelita o extranjero que viva entre ustedes come sangre, yo me pondré en contra de él y lo eliminaré de su pueblo.
11 Y es que la vida de todo ser está en la sangre. Yo les he dado a ustedes la sangre para que sobre el altar se haga expiación por ustedes. Por medio de la sangre misma se hace expiación por ustedes.
12 Por lo tanto, digo ahora a los hijos de Israel: Ninguno de ustedes, ni ningún extranjero que viva entre ustedes, comerá sangre.
13 Todo israelita, y todo extranjero que viva entre ustedes, que cace algún animal o ave que se pueda comer, deberá derramar su sangre y cubrirla con tierra.
14 La sangre es la vida de todo ser vivo. Por tanto, digo a los hijos de Israel: No coman la sangre de ningún ser vivo, porque la sangre es la vida de todo ser vivo. Todo el que la coma, será eliminado.
15 Toda persona nacida entre ustedes, y todo extranjero, que coma algún animal que haya sido matado o despedazado por una fiera, deberá lavar sus vestidos, y lavarse a sí misma con agua, y se quedará impura hasta el anochecer. Después de eso, será declarada limpia.
16 Si no lava sus vestidos, ni se lava a sí misma, cargará con su iniquidad.»