Mensaje de Dios contra Edom
1-2 Dios le comunicó al profeta Abdías lo que pensaba hacer con el país de Edom. Le dijo:
«Yo soy el Dios de Israel,
y ya envié un mensajero
por todas las naciones.
Escuchen bien su mensaje:
“¡Tomen sus armas, naciones todas!
¡Vamos a la guerra contra Edom!”
»Y tú, Edom, escúchame bien:
Yo voy a hacer de ti
la más pequeña de las naciones.
¡Todo el mundo te despreciará!
3 »Tú te crees muy importante
porque vives entre las rocas;
piensas que estás muy seguro
por vivir en las altas montañas;
crees que nadie podrá derribarte,
¡pero estás muy equivocado!
4 »Yo soy el Dios todopoderoso,
y juro que te derribaré
aunque vueles como las águilas
y pongas tu nido entre las estrellas.
5 »Cuando un ladrón te asalta de noche,
no te quita todo lo que tienes,
sino lo que tengas de más valor;
y cuando los que cosechan uvas
entran a tus viñedos,
no se llevan todos los racimos.
6 ¡Pero a ti te han quitado todo!
¡Se han llevado todos tus tesoros!
7 Los que estaban de tu parte
y decían que eran tus amigos
te pusieron trampas y te engañaron;
los que compartían tu mesa
se volvieron tus enemigos,
te echaron de tu propia tierra
¡y tú ni cuenta te diste!
8 »Pero escúchame, Edom:
yo soy el Dios todopoderoso,
y te juro que viene el día
en que no quedará en tus montañas
ni uno solo de tus sabios.
¡Yo acabaré con todos ellos!
9 En la ciudad de Temán
tus valientes temblarán de miedo,
y en las montañas de Edom
todos morirán en la batalla.
El pecado de Edom
10 »Tú, Edom, quedarás en vergüenza
y serás destruido por completo
por haber tratado con violencia
a tus parientes, los israelitas.
11 Cuando un ejército enemigo
atacó la ciudad de Jerusalén
y derribó sus portones,
tú te portaste igual que ellos;
viste cómo se repartían
las riquezas de la ciudad,
¡y no hiciste nada para impedirlo!
12 »No debiste haberte alegrado
cuando tus hermanos sufrían;
no debiste haberte reído
cuando Judá estaba en ruinas;
no debiste burlarte de ellos
cuando estaban angustiados;
13 no debiste entrar en Jerusalén
ni alegrarte de su desgracia
cuando mi ciudad era destruida;
no debiste robarle sus riquezas
cuando ya no podía defenderse.
14 No debiste quedarte
donde se cruzan los caminos
para matar allí a los que huían,
ni debiste haberlos entregado
en manos de sus enemigos
cuando ya no sabían qué hacer.
15 »¡Pero ya está cerca el día
en que juzgaré a todas las naciones!
¡Ese día te daré tu merecido!
¡Ese día te voy a dar
el mismo trato que diste a otros!
Dios juzgará a todas las naciones
16 »Mi pueblo sufrió mucho
en el monte donde está mi templo;
¡pero así sufrirán también
todas las naciones extranjeras,
y al fin desaparecerán!
¡Será como si no hubieran existido!
17 »Pero algunos de mi pueblo
buscarán refugio en mi templo
y allí se pondrán a salvo,
pues Sión es mi monte preferido.
Allí los descendientes de Jacob
recobrarán lo que les pertenece.
18 »Así como el fuego quema la estopa,
la gente de Edom será destruida
por las doce tribus de Israel.
¡Nadie en Edom quedará con vida!
Yo soy el Dios de Israel,
y les juro que así será.
19 »Los israelitas del sur
recibirán las montañas de Edom;
los israelitas de la llanura
recibirán el territorio filisteo,
el territorio de Efraín
y el territorio de Samaria;
los de la tribu de Benjamín
recibirán el territorio de Galaad;
20 la gran multitud de israelitas
que fueron llevados a otros países
recibirá el territorio de los cananeos,
hasta la ciudad de Sarepta;
y los habitantes de Jerusalén
que fueron llevados a Sefarad,
recibirán las ciudades del sur.
21 Todos ellos vendrán a mi templo
como un pueblo victorioso;
gobernarán al orgulloso país de Edom,
¡y yo seré su rey!»
La humillación de Edom
1 Visión de Abdías.
Hemos escuchado el pregón de parte del Señor, y se ha enviado un mensajero a las naciones. Así ha dicho Dios el Señor acerca de Edom:
«¡Levántense, declarémosle la guerra a este pueblo!
2 Como puedes ver, te he hecho pequeño entre las naciones, y estás abatido en gran manera.
3 A ti, que habitas en las más altas montañas y entre las grietas de las peñas, y que en tu corazón piensas que nadie te hará rodar por los suelos, tu soberbio corazón te ha engañado.
4 Yo te haré caer, aunque levantes el vuelo como el águila y pongas tu nido entre las estrellas.
—Palabra del Señor.5 »Si por la noche te atacaran ladrones o bandidos, ¿no te robarían solo hasta quedar satisfechos? Y si a tu viña entraran los vendimiadores, ¿no dejarían algunas uvas? Pero a ti, Esaú, ¡cómo te han destruido!
6 ¡Cómo han rebuscado tus posesiones! ¡Cómo han buscado tus tesoros escondidos!
7 ¡Todos tus aliados te han engañado! ¡Te han hecho llegar a los extremos! ¡Los que estaban en paz contigo te han vencido! ¡Los que compartían el pan contigo te han traicionado! ¡Esto es algo incomprensible!
8 ¿Y no haré yo que en ese día perezcan los sabios de Edom y los prudentes del monte de Esaú?
—Palabra del Señor.9 »¡Ay, Temán, tus valientes serán amedrentados! Será tal el estrago que todos los guerreros del monte de Esaú perecerán.
10 Por haber injuriado a tu hermano Jacob, quedarás en vergüenza y serás eliminado para siempre.
11 El día que un ejército extranjero llevaba cautivo a su ejército, y gente extraña entraba por las puertas de Jerusalén y sobre ella echaba suertes, tú estabas allí, en primera fila; ¡tú eras también uno de ellos!
12 Pero no debiste haber sido un mero espectador el día que tu hermano era víctima del infortunio. No debiste haberte alegrado el día en que se perdieron los hijos de Judá. No debiste haberte ufanado en el día de su angustia.
13 No debiste haber entrado por las puertas de mi pueblo el día que este fue quebrantado. ¡No, no debiste haberte deleitado con su mal el día que fue destruido, ni debiste despojarlo de sus bienes en el día de su desgracia!
14 ¡No debiste pararte en las encrucijadas para matar a los que intentaban escapar! En ese día angustioso, ¡no debiste entregar a los sobrevivientes!
La exaltación de Israel
15 »Ya está cerca mi día contra todas las naciones, y lo mismo que hiciste se hará contigo; ¡sobre ti recaerá lo que mereces recibir!
16 Así como en mi santo monte ustedes bebieron de la copa de mi ira, también beberán de ella siempre todas las naciones; la beberán hasta la última gota, y será como si nunca hubieran existido.»
17 Pero en el monte Sión habrá un remanente que se salve; será un remanente santo, y la casa de Jacob recuperará sus posesiones.
18 La casa de Jacob será fuego, la casa de José será llama, y la casa de Esaú será estopa, y arderán y se consumirán; ni un solo resto quedará de la casa de Esaú, porque el Señor lo ha dicho.
19 Los del Néguev poseerán el monte de Esaú, y los de la Sefela a los filisteos; poseerán también los campos de Efraín y los campos de Samaria, y Benjamín tomará posesión de Galaad.
20 Los cautivos de este ejército de los hijos de Israel se adueñarán del territorio de los cananeos, hasta Sarepta, y los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad poseerán las ciudades del Néguev.
21 Entonces vendrán al monte Sión unos libertadores, y juzgarán al monte de Esaú, y el reino será del Señor.