Haz el bien y vivirás
1 Quien ama la corrección,
también ama el conocimiento;
¡hay que ser tonto
para no aprender del castigo!
2 Al que es bondadoso
Dios le muestra su bondad,
pero al que es tramposo
Dios le da su merecido.
3 La maldad no es apoyo seguro;
la bondad es una base firme.
4 La buena esposa
llena de orgullo a su esposo;
la mala esposa le arruina la vida.
5 La gente buena hace planes justos;
la malvada solo piensa en engañar.
6 Cuando habla la gente malvada,
tiende trampas mortales;
cuando habla la gente buena,
libra a otros de la muerte.
7 Caen los malvados,
y termina su existencia;
solo queda con vida
toda la gente buena.
8 Al sabio se le alaba
por su sabiduría;
al tonto se le desprecia
por su estupidez.
9 Más vale pobre acompañado,
que rico abandonado.
10 Los buenos saben
que hasta los animales sufren,
pero los malvados
de nadie tienen compasión.
11 El que trabaja la tierra
siempre tiene comida de sobra,
pero el que sueña despierto
es un gran tonto.
12 Los malvados son esclavos
de sus malos deseos;
pero los buenos son como árboles
que dan mucho fruto.
13 Los malvados caen en la trampa
de sus propias mentiras;
los buenos triunfan sobre el mal.
14 Cada uno recibe lo que merecen
sus palabras y sus hechos.
15 El tonto está seguro
de que hace lo correcto;
el sabio hace caso del consejo.
16 Los tontos fácilmente se enojan;
los sabios perdonan la ofensa.
17 La gente honrada
siempre dice la verdad,
pero el testigo falso
dice puras mentiras.
18 El que habla sin pensar
hiere como un cuchillo,
pero el que habla sabiamente
sabe sanar la herida.
19 El que dice la verdad
vive una larga vida;
el que solo dice mentiras
no vive mucho tiempo.
20 En la mente de los malvados
solo hay engaño;
entre los que aman la paz
reina la alegría.
21 El bueno no sufre ningún daño;
al malvado los males le llegan juntos.
22 Dios no soporta a los mentirosos,
pero ama a la gente sincera.
23 Si realmente eres sabio,
no presumas de lo que sabes;
solo los tontos
se jactan de su estupidez.
24 Trabaja, y triunfarás;
no trabajes, y fracasarás.
25 La angustia causa tristeza;
pero una palabra amable
trae alegría.
26 El buen amigo da buenos consejos;
el malvado se pierde en su maldad.
27 El perezoso se queda sin comida;
el trabajador la tiene en abundancia.
28 Hacer lo bueno da larga vida;
haz el bien y vivirás.
1 El que ama la corrección ama la sabiduría;
el que aborrece la reprensión es ignorante.
2 El Señor se agrada del hombre bueno,
pero condena al mal intencionado.
3 Por su maldad nadie se mantiene firme,
pero la raíz de los justos jamás es removida.
4 La mujer noble es corona de su esposo;
la malvada es como carcoma en sus huesos.
5 Los justos solo piensan en la justicia;
los impíos solo piensan en engañar.
6 Los impíos hablan para derramar sangre,
pero los hombres rectos hablan y los ponen a salvo.
7 Los impíos caen y dejan de existir,
pero los justos y los suyos permanecen firmes.
8 El hombre es alabado según su sabiduría,
pero el de corazón perverso es menospreciado.
9 Más vale un patrón despreciado
que un engreído que carece de pan.
10 El justo sabe cuando su bestia tiene hambre,
pero los impíos son crueles de corazón.
11 El que labra su tierra se sacia de pan,
pero el amigo de vagos no tiene cordura.
12 La codicia del impío es una trampa del mal,
pero la raíz de los justos da fruto.
13 El impío se enreda en sus labios pecadores,
pero el justo logra salir del aprieto.
14 El hombre se sacia del buen fruto de su boca,
y recibe su paga según la obra de sus manos.
15 El necio piensa que va por buen camino,
pero el sabio presta atención al consejo.
16 El necio al instante revela su enojo,
pero el prudente desdeña la injuria.
17 Quien dice la verdad proclama la justicia,
pero el testigo falso propaga el engaño.
18 Hay gente cuyas palabras son puñaladas,
pero la lengua de los sabios sana las heridas.
19 Los labios veraces permanecen para siempre,
pero la lengua mentirosa tiene corta vida.
20 En la mente malvada habita el engaño;
entre los que promueven la paz hay alegría.
21 Ninguna adversidad le sobreviene al justo,
pero todos los males caen sobre los impíos.
22 Al Señor le repugnan los labios mentirosos;
pero le agradan los que dicen la verdad.
23 El que es astuto no demuestra lo que sabe,
pero el que es necio deja ver su ignorancia.
24 Los diligentes dominan a otros;
los negligentes son dominados.
25 La congoja abate el corazón del hombre,
pero una buena noticia lo alegra.
26 El justo sabe guiar a su prójimo;
el impío le hace perder el camino.
27 El indolente no cocina ni su presa;
¡el gran tesoro del hombre es la diligencia!
28 En el camino de la justicia hay vida;
no hay en su camino lugar para la muerte.