El hombre que medía Jerusalén
1 1 (5) Volví a levantar la vista, y vi delante de mí a un hombre con una cinta de medir en la mano. 2 2 (6) Le pregunté a dónde iba, y me dijo: «Voy a medir la ciudad de Jerusalén. Quiero saber cuánto mide de largo y cuánto de ancho».
3 3 (7) Ese hombre era un ángel, y ya estaba por irse; pero otro ángel vino a su encuentro 4 4 (8) y le ordenó que me diera este mensaje:
«La ciudad de Jerusalén
tendrá tanta gente y tanto ganado,
que no tendrá murallas.
5 5 (9) Yo seré para mi ciudad
como una muralla de fuego;
¡yo la llenaré de riquezas!
Yo soy el Dios de Israel,
y juro que así lo haré.
6-7 6-7 (10-11) »Yo fui quien los dispersó
por todas las naciones,
pero ahora les ordeno
que salgan ya de Babilonia
y regresen a Jerusalén;
¡huyan de ese país del norte!
Yo soy el Dios de Israel,
y les ordeno que así lo hagan».
8-9 8-9 (12-13) El Dios todopoderoso me envió a acusar a las naciones que le robaron todo a Jerusalén. Así dice nuestro Dios:
«Yo castigaré a todas las naciones
que le han hecho daño a mi pueblo.
Quien le hace daño a mi pueblo
también me lo hace a mí.
¡Yo haré que sus propios esclavos
les roben todas sus pertenencias!»
Cuando esto suceda, esas naciones sabrán que fue el Dios todopoderoso quien me envió a acusarlas. Él dijo:
10 10 (14) «¡Griten de alegría,
habitantes de Jerusalén,
porque yo viviré entre ustedes!
Yo soy el Dios de Israel,
y les juro que así lo haré.
11 11 (15) »Cuando llegue ese día,
muchas naciones me seguirán.
Entonces yo viviré entre ellas,
y llegarán a ser también mi pueblo».
Cuando esto suceda, ustedes sabrán que fue el Dios todopoderoso quien me envió a anunciarles su mensaje. 12 12 (16) Entonces Judá volverá a ser propiedad de nuestro Dios, y Jerusalén volverá a ser su ciudad elegida.
13 13 (17) Nuestro Dios ha salido ya
de su templo santo;
¡guarden silencio en su presencia!
Llamamiento a los cautivos
1 Después levanté la vista, y me vi ante un hombre con un cordel de medir en la mano.
2 Le pregunté:
«¿A dónde vas?»
Y él me respondió:
«Voy a medir a Jerusalén, para ver cuánto mide de ancho y cuánto de largo.»
3 Pero en el momento en que se iba el ángel que hablaba conmigo, otro ángel le salió al encuentro
4 y le dijo:
«Corre y dile a este joven: “Tantos serán los que habiten en Jerusalén, y tanto ganado tendrán, que la ciudad no tendrá muralla alguna.
5 Yo seré para ella una muralla de fuego, que la rodeará y que estará en medio de ella, para gloria suya.”
—Palabra del Señor.6 »¡Vamos, salgan ya de ese país del norte!
—Palabra del Señor.»¡Yo fui el que los esparció por los cuatro vientos de los cielos!
—Palabra del Señor.7 »Sión, tú que habitas con la hija de Babilonia, ¡escápate ya!»
8 Así ha dicho el glorioso Señor de los ejércitos, que me ha enviado a decir a las naciones que los despojaron a ustedes de todo:
«El que los toca a ustedes,
toca a la niña de mis ojos.
9 Yo levantaré mi mano contra ellos,
y serán para sus siervos botín de guerra.»
Así sabrán que el Señor de los ejércitos me ha enviado.
10 «Canta y alégrate, hija de Sión,
porque yo vendré a ti,
y en medio de ti viviré.
—Palabra del Señor.11 »Cuando llegue ese día,
muchas naciones se unirán a mí,
y ellas me serán por pueblo,
y en medio de ti habitaré.»
Así sabrás que el Señor de los ejércitos me ha enviado a ti.
12 Y el Señor volverá a hacer de Judá su heredad en la tierra santa, y una vez más escogerá a Jerusalén.
13 ¡Que la humanidad entera guarde silencio delante del Señor, porque él se ha levantado ya de su santa mansión!