Otros dichos sabios
1 La mejor sopa se echa a perder si le cae una mosca. La menor tontería echa a perder tu fama de sabio.
2 El sabio siempre piensa en hacer lo bueno; el tonto solo piensa en hacer lo malo. 3 Tiene el tonto tan poco cerebro que sin abrir la boca anuncia su tontería.
4 Si el gobernante se enoja contigo, no renuncies a tu cargo. Para los grandes errores, un gran remedio: la paciencia.
5 En esta vida he visto algo muy grave, parecido al error que cometen los gobernantes: 6 que a la gente incapaz se le dan puestos de gran responsabilidad, mientras que a la gente capaz se le dan los puestos más bajos. 7 ¡Y resulta que los esclavos andan a caballo, mientras que la gente que vale anda a pie!
8 Si haces hoyos,
puedes caerte en ellos.
Si partes en dos un muro,
puede morderte una serpiente.
9 Si partes piedras,
puedes salir herido.
Si partes leña,
puedes salir lastimado.
10 El hacha sin filo no corta.
Si no se le saca filo,
hay que golpear con más fuerza.
Si quieres prosperar,
tienes que saber qué hacer
y hacerlo bien.
11 ¿De qué te sirve tener
un encantador de serpientes,
si la serpiente te muerde
antes de ser encantada?
12 Cuando el sabio habla,
a todos les cae bien;
cuando el tonto abre la boca,
provoca su propia ruina.
13 Comienza diciendo tonterías,
y acaba diciendo estupideces,
14 ¡pero palabras no le faltan!
¿Qué va a pasar mañana?
¿Qué va a pasar después?
¡Nadie puede saberlo!
15 No tiene ningún sentido
que tanto trabaje el tonto,
si no sabe ni en dónde está.
16 ¡Qué lástima da el país
que tiene un rey incapaz
y malos gobernantes
que siempre están de fiesta!
17 ¡Pero qué dichoso es el país
que tiene un rey bien preparado,
con gobernantes que comen para vivir
y no viven para comer!
18 En la casa del perezoso
pasan muchas desgracias:
primero se cae el techo,
y después toda la casa.
19 Para estar feliz
hace falta pan,
para estar contento
hace falta vino,
y para gozar de todo
hace falta dinero.
20 Nunca hables mal del rey
ni de la gente poderosa,
aunque creas que nadie te oye.
Las palabras vuelan;
son como los pájaros,
y todo llega a saberse.
Otros dichos sabios
1 La mejor sopa se echa a perder si le cae una mosca. La menor tontería echa a perder tu fama de sabio.
2 El sabio siempre piensa en hacer lo bueno; el tonto solo piensa en hacer lo malo. 3 Tiene el tonto tan poco cerebro que sin abrir la boca anuncia su tontería.
4 Si el gobernante se enoja contigo, no renuncies a tu cargo. Para los grandes errores, un gran remedio: la paciencia.
5 En esta vida he visto algo muy grave, parecido al error que cometen los gobernantes: 6 que a la gente incapaz se le dan puestos de gran responsabilidad, mientras que a la gente capaz se le dan los puestos más bajos. 7 ¡Y resulta que los esclavos andan a caballo, mientras que la gente que vale anda a pie!
8 Si haces hoyos,
puedes caerte en ellos.
Si partes en dos un muro,
puede morderte una serpiente.
9 Si partes piedras,
puedes salir herido.
Si partes leña,
puedes salir lastimado.
10 El hacha sin filo no corta.
Si no se le saca filo,
hay que golpear con más fuerza.
Si quieres prosperar,
tienes que saber qué hacer
y hacerlo bien.
11 ¿De qué te sirve tener
un encantador de serpientes,
si la serpiente te muerde
antes de ser encantada?
12 Cuando el sabio habla,
a todos les cae bien;
cuando el tonto abre la boca,
provoca su propia ruina.
13 Comienza diciendo tonterías,
y acaba diciendo estupideces,
14 ¡pero palabras no le faltan!
¿Qué va a pasar mañana?
¿Qué va a pasar después?
¡Nadie puede saberlo!
15 No tiene ningún sentido
que tanto trabaje el tonto,
si no sabe ni en dónde está.
16 ¡Qué lástima da el país
que tiene un rey incapaz
y malos gobernantes
que siempre están de fiesta!
17 ¡Pero qué dichoso es el país
que tiene un rey bien preparado,
con gobernantes que comen para vivir
y no viven para comer!
18 En la casa del perezoso
pasan muchas desgracias:
primero se cae el techo,
y después toda la casa.
19 Para estar feliz
hace falta pan,
para estar contento
hace falta vino,
y para gozar de todo
hace falta dinero.
20 Nunca hables mal del rey
ni de la gente poderosa,
aunque creas que nadie te oye.
Las palabras vuelan;
son como los pájaros,
y todo llega a saberse.