Los pueblos que quedaban en Canaán
1-5 Cuando se luchaba para conquistar el territorio de Canaán, muchos de los israelitas todavía no habían nacido. Por eso Dios dejó algunos pueblos cananeos, para que los israelitas que nunca habían combatido aprendieran a pelear. Dejó a cinco jefes filisteos, a todos los cananeos, a los sidonios y a los heveos que vivían en el monte Líbano, desde el monte Baal-hermón hasta el paso de Hamat. Además, dejó a los hititas, amorreos, ferezeos y jebuseos. Con esos pueblos Dios también puso a prueba a los israelitas, para ver si obedecían las órdenes que él había dado por medio de Moisés. Pero los israelitas no obedecieron, sino que permitieron 6 que sus hijos y sus hijas se casaran con gente de esos pueblos, y que adoraran a sus dioses.
Otoniel
7 Los israelitas se olvidaron de Dios y pecaron contra él, pues adoraron las estatuas de Baal y de Astarté. 8 Por eso Dios se enojó y permitió que los conquistara Cusán-risataim, que era rey de Mesopotamia. Después de ocho años de esclavitud, 9 los israelitas le suplicaron a Dios que los salvara, y él les puso por jefe a Otoniel, sobrino de Caleb. 10 El espíritu de Dios actuó sobre Otoniel, y este guio a los israelitas en su lucha contra Cusán-risataim. Así Dios ayudó a Otoniel a derrotar a su enemigo. 11 Después de esto hubo cuarenta años de paz en la región, hasta que murió Otoniel.
Ehud
12 Como los israelitas volvieron a pecar contra Dios, él le dio a Eglón, rey de Moab, más poder que a los israelitas. 13 Para atacarlos, Eglón se unió con los amonitas y los amalecitas, y se apoderó de Jericó. 14 Después de dieciocho años de esclavitud, los israelitas 15-16 le suplicaron a Dios que los salvara, y él les envió a Ehud hijo de Guerá, que era de la tribu de Benjamín. Ehud era el encargado de llevarle a Eglón los impuestos que los israelitas debían pagarle.
Ehud hizo una espada de doble filo, de unos cincuenta centímetros de largo, y como era impedido de la mano derecha se la puso del lado derecho, cubriéndola bajo sus ropas. 17-20 Luego se fue a llevar los impuestos al rey Eglón. Después de entregarle los impuestos, Ehud y sus hombres salieron de allí. Cerca de Guilgal, donde estaban las estatuas de los ídolos, se despidió de ellos y regresó a donde estaba el rey Eglón, que era muy gordo y estaba sentado en su sala de verano. Ehud le dijo: «Su Majestad, tengo un mensaje secreto para usted».
El rey ordenó a sus servidores que salieran. Entonces Ehud se acercó al rey, y le dijo: «El mensaje que traigo es de parte de Dios». Al oír eso el rey, como pudo, se puso de pie. 21-22 Ehud tomó con su mano izquierda la espada que llevaba del lado derecho, y con tanta fuerza se la clavó al rey en el vientre, que le vació los intestinos. Como Eglón era tan gordo, toda la espada quedó atorada en su gordura. 23 Después Ehud cerró con llave las puertas de la sala de verano, salió por una ventana 24 y se fue.
Cuando los servidores del rey volvieron y encontraron las puertas cerradas con llave, pensaron que Eglón estaba haciendo sus necesidades. 25 Esperaron afuera un buen rato, pero como el rey no salía, comenzaron a preocuparse. Entonces abrieron las puertas, y encontraron a su rey tendido en el piso y sin vida.
26 Mientras los servidores habían estado esperando, Ehud se había escapado. Pasó por donde estaban las estatuas de los ídolos, y se refugió en Seirat. 27 Al llegar a las montañas de la tribu de Efraín, tocó la trompeta para reunir a los israelitas. Ellos bajaron de las montañas, con Ehud al frente, 28 y él les dijo: «¡Síganme! ¡Con la ayuda de Dios venceremos a los moabitas!»
Los israelitas lo siguieron, y se apoderaron del paso del río Jordán que lleva a Moab, y no dejaron pasar a nadie. 29-30 Y aunque los moabitas eran fuertes y valientes, aquel día murieron unos diez mil de sus mejores soldados. ¡Ninguno pudo escapar!
Después de eso hubo en el territorio ochenta años de paz.
Samgar
31 El siguiente jefe fue Samgar hijo de Anat, quien tomó un palo con punta de hierro y mató a seiscientos filisteos. De esa manera salvó al pueblo de Israel.
Los pueblos que quedaban en Canaán
1-5 Cuando se luchaba para conquistar el territorio de Canaán, muchos de los israelitas todavía no habían nacido. Por eso Dios dejó algunos pueblos cananeos, para que los israelitas que nunca habían combatido aprendieran a pelear. Dejó a cinco jefes filisteos, a todos los cananeos, a los sidonios y a los heveos que vivían en el monte Líbano, desde el monte Baal-hermón hasta el paso de Hamat. Además, dejó a los hititas, amorreos, ferezeos y jebuseos. Con esos pueblos Dios también puso a prueba a los israelitas, para ver si obedecían las órdenes que él había dado por medio de Moisés. Pero los israelitas no obedecieron, sino que permitieron 6 que sus hijos y sus hijas se casaran con gente de esos pueblos, y que adoraran a sus dioses.
Otoniel
7 Los israelitas se olvidaron de Dios y pecaron contra él, pues adoraron las estatuas de Baal y de Astarté. 8 Por eso Dios se enojó y permitió que los conquistara Cusán-risataim, que era rey de Mesopotamia. Después de ocho años de esclavitud, 9 los israelitas le suplicaron a Dios que los salvara, y él les puso por jefe a Otoniel, sobrino de Caleb. 10 El espíritu de Dios actuó sobre Otoniel, y este guio a los israelitas en su lucha contra Cusán-risataim. Así Dios ayudó a Otoniel a derrotar a su enemigo. 11 Después de esto hubo cuarenta años de paz en la región, hasta que murió Otoniel.
Ehud
12 Como los israelitas volvieron a pecar contra Dios, él le dio a Eglón, rey de Moab, más poder que a los israelitas. 13 Para atacarlos, Eglón se unió con los amonitas y los amalecitas, y se apoderó de Jericó. 14 Después de dieciocho años de esclavitud, los israelitas 15-16 le suplicaron a Dios que los salvara, y él les envió a Ehud hijo de Guerá, que era de la tribu de Benjamín. Ehud era el encargado de llevarle a Eglón los impuestos que los israelitas debían pagarle.
Ehud hizo una espada de doble filo, de unos cincuenta centímetros de largo, y como era impedido de la mano derecha se la puso del lado derecho, cubriéndola bajo sus ropas. 17-20 Luego se fue a llevar los impuestos al rey Eglón. Después de entregarle los impuestos, Ehud y sus hombres salieron de allí. Cerca de Guilgal, donde estaban las estatuas de los ídolos, se despidió de ellos y regresó a donde estaba el rey Eglón, que era muy gordo y estaba sentado en su sala de verano. Ehud le dijo: «Su Majestad, tengo un mensaje secreto para usted».
El rey ordenó a sus servidores que salieran. Entonces Ehud se acercó al rey, y le dijo: «El mensaje que traigo es de parte de Dios». Al oír eso el rey, como pudo, se puso de pie. 21-22 Ehud tomó con su mano izquierda la espada que llevaba del lado derecho, y con tanta fuerza se la clavó al rey en el vientre, que le vació los intestinos. Como Eglón era tan gordo, toda la espada quedó atorada en su gordura. 23 Después Ehud cerró con llave las puertas de la sala de verano, salió por una ventana 24 y se fue.
Cuando los servidores del rey volvieron y encontraron las puertas cerradas con llave, pensaron que Eglón estaba haciendo sus necesidades. 25 Esperaron afuera un buen rato, pero como el rey no salía, comenzaron a preocuparse. Entonces abrieron las puertas, y encontraron a su rey tendido en el piso y sin vida.
26 Mientras los servidores habían estado esperando, Ehud se había escapado. Pasó por donde estaban las estatuas de los ídolos, y se refugió en Seirat. 27 Al llegar a las montañas de la tribu de Efraín, tocó la trompeta para reunir a los israelitas. Ellos bajaron de las montañas, con Ehud al frente, 28 y él les dijo: «¡Síganme! ¡Con la ayuda de Dios venceremos a los moabitas!»
Los israelitas lo siguieron, y se apoderaron del paso del río Jordán que lleva a Moab, y no dejaron pasar a nadie. 29-30 Y aunque los moabitas eran fuertes y valientes, aquel día murieron unos diez mil de sus mejores soldados. ¡Ninguno pudo escapar!
Después de eso hubo en el territorio ochenta años de paz.
Samgar
31 El siguiente jefe fue Samgar hijo de Anat, quien tomó un palo con punta de hierro y mató a seiscientos filisteos. De esa manera salvó al pueblo de Israel.