Hananías, el profeta mentiroso
1 Había en el pueblo de Gabaón un profeta llamado Hananías hijo de Azur. Cuando Sedequías tenía cuatro años de reinar en Judá, Hananías habló conmigo en el templo de Dios, en presencia de los sacerdotes y de todos los que estaban allí, y me dijo:
2-3 —El Dios todopoderoso afirma:
“Voy a quitarle todo su poder al rey de Babilonia, porque sacó de mi templo todos los objetos de valor, y se los llevó a su país. Pero dentro de dos años los traeré de vuelta a Jerusalén. 4 También traeré de vuelta a Joaquín hijo de Joacín, que era rey de Judá, y a todos los habitantes de Judá que fueron llevados como esclavos a Babilonia. Yo soy el Dios de Israel, y les juro que voy a acabar con el poder del rey de Babilonia”.
5 Yo le contesté, también en presencia de los sacerdotes y de todos los que allí estaban:
6 —¡Qué bien, Hananías! ¡Quiera Dios hacer todo eso que ahora nos anuncias! Sería muy bueno que los babilonios devolvieran los utensilios del templo de Dios, y que volvieran acá todos los que fueron llevados prisioneros a Babilonia. 7 Pero antes escucha esto, y también ustedes, los que están aquí presentes: 8 Los profetas que vivieron antes que nosotros anunciaron que habría guerra, hambre y enfermedades en muchas naciones y en grandes reinos. 9 Pero cuando un profeta habla de paz, sabremos que habla de parte de Dios solo si se cumplen sus palabras.
10 Entonces el profeta Hananías tomó el yugo que llevaba yo en el cuello, el cual representaba el poder de Babilonia, y lo hizo pedazos. 11 Y dijo delante de todos:
—Esto es lo que Dios ha declarado: “Dentro de dos años haré pedazos el poder del rey de Babilonia, y no volverá a dominar a las naciones”.
Yo me retiré de allí, 12 pero algunos días después Dios me dijo:
13 «Jeremías, ve y dile de mi parte a Hananías lo siguiente:
“Tú has hecho pedazos un yugo de madera, pero ahora voy a cambiarlo por uno de hierro. 14 Yo soy el Dios todopoderoso, y voy a darle al rey de Babilonia un poder extraordinario. Ahora va a dominar a todas estas naciones, y las hará sus esclavas. ¡Hasta las bestias del campo estarán bajo su dominio!”»
15 Entonces yo le dije a Hananías:
—Ahora escúchame tú, señor profeta. Tú estás haciendo que este pueblo crea en una mentira, pues Dios nunca te envió a hablarles. 16 Lo que Dios ha declarado es que va a destruirte por completo. Con tus palabras has hecho que este pueblo se rebele contra Dios. Por eso, antes de que termine el año, morirás.
17 Y así sucedió: en el mes de Etanim de ese mismo año, el profeta Hananías murió.
Hananías, el profeta mentiroso
1 Había en el pueblo de Gabaón un profeta llamado Hananías hijo de Azur. Cuando Sedequías tenía cuatro años de reinar en Judá, Hananías habló conmigo en el templo de Dios, en presencia de los sacerdotes y de todos los que estaban allí, y me dijo:
2-3 —El Dios todopoderoso afirma:
“Voy a quitarle todo su poder al rey de Babilonia, porque sacó de mi templo todos los objetos de valor, y se los llevó a su país. Pero dentro de dos años los traeré de vuelta a Jerusalén. 4 También traeré de vuelta a Joaquín hijo de Joacín, que era rey de Judá, y a todos los habitantes de Judá que fueron llevados como esclavos a Babilonia. Yo soy el Dios de Israel, y les juro que voy a acabar con el poder del rey de Babilonia”.
5 Yo le contesté, también en presencia de los sacerdotes y de todos los que allí estaban:
6 —¡Qué bien, Hananías! ¡Quiera Dios hacer todo eso que ahora nos anuncias! Sería muy bueno que los babilonios devolvieran los utensilios del templo de Dios, y que volvieran acá todos los que fueron llevados prisioneros a Babilonia. 7 Pero antes escucha esto, y también ustedes, los que están aquí presentes: 8 Los profetas que vivieron antes que nosotros anunciaron que habría guerra, hambre y enfermedades en muchas naciones y en grandes reinos. 9 Pero cuando un profeta habla de paz, sabremos que habla de parte de Dios solo si se cumplen sus palabras.
10 Entonces el profeta Hananías tomó el yugo que llevaba yo en el cuello, el cual representaba el poder de Babilonia, y lo hizo pedazos. 11 Y dijo delante de todos:
—Esto es lo que Dios ha declarado: “Dentro de dos años haré pedazos el poder del rey de Babilonia, y no volverá a dominar a las naciones”.
Yo me retiré de allí, 12 pero algunos días después Dios me dijo:
13 «Jeremías, ve y dile de mi parte a Hananías lo siguiente:
“Tú has hecho pedazos un yugo de madera, pero ahora voy a cambiarlo por uno de hierro. 14 Yo soy el Dios todopoderoso, y voy a darle al rey de Babilonia un poder extraordinario. Ahora va a dominar a todas estas naciones, y las hará sus esclavas. ¡Hasta las bestias del campo estarán bajo su dominio!”»
15 Entonces yo le dije a Hananías:
—Ahora escúchame tú, señor profeta. Tú estás haciendo que este pueblo crea en una mentira, pues Dios nunca te envió a hablarles. 16 Lo que Dios ha declarado es que va a destruirte por completo. Con tus palabras has hecho que este pueblo se rebele contra Dios. Por eso, antes de que termine el año, morirás.
17 Y así sucedió: en el mes de Etanim de ese mismo año, el profeta Hananías murió.