1-2 »¿Sabes cuándo nacen
las cabras monteses?
¿Has visto nacer a los venados
y cuánto tardan en nacer?
3-4 Al llegar el momento,
la madre se encorva en el bosque
y tiene a sus críos;
ellos crecen y se hacen fuertes,
y luego se van para no volver.
5 »Yo soy quien hizo libres
a los burros salvajes;
6 yo soy quien les dio el desierto
para que vivan allí.
7 Son tan libres que no hacen caso
de los ruidos de la ciudad
ni de los gritos de los arrieros.
8 Y así, andan por los cerros
en busca de pastos verdes.
9 »¿Tú crees que un toro salvaje
estará dispuesto a servirte
y a dormir en tus establos?
10 ¿Tú crees que si lo amarras
podrás hacer que te siga,
y que no se aparte del surco
hasta que cultives tus campos?
11 ¿Puedes confiar en su fuerza
y echar sobre sus lomos
todo el peso de tu trabajo?
12 ¿Puedes hacer que el toro
junte todo tu grano
y lo lleve hasta el molino?
13 »El avestruz es muy alegre,
y le gusta agitar sus alas,
pero no es un ave cariñosa:
14 pone sus huevos en la arena,
y allí los deja empollar;
15 ¡no parece importarle
que una fiera los aplaste!
16 Maltrata a sus polluelos
como si no fueran suyos,
y no le importa que se pierdan.
17 Cuando yo repartí la sabiduría,
no le di su porción de inteligencia,
18 pero cuando extiende sus alas
es más veloz que cualquier caballo.
19 »¿Eres tú quien le dio al caballo
su fuerza y sus largas crines?
20 ¿Eres tú quien lo hace saltar
como si fuera un saltamontes,
y que asuste a la gente
con su orgulloso resoplido?
21 El caballo patea con furia
y se lanza hacia la llanura,
sintiéndose orgulloso de su fuerza.
22 No tiene miedo de nada,
sino que ataca de frente.
23-25 El ruido de las armas
resuena en sus oídos;
oye a lo lejos la trompeta,
y al oír las órdenes de ataque,
resopla y corre a todo galope
sin que nadie pueda detenerlo.
26 »¿Le enseñaste al halcón a volar
y dirigirse hacia el sur?
27 ¿Fuiste tú quien ordenó
que el águila remonte el vuelo
y haga su nido en las alturas?
28 El águila vive en las montañas;
pasa la noche entre las grietas.
29 Desde su lejano escondite
se lanza sobre su presa, y la mata.
30 Las águilas se juntan
alrededor de la presa,
y sus polluelos se ponen felices
cuando se beben la sangre.
1-2 »¿Sabes cuándo nacen
las cabras monteses?
¿Has visto nacer a los venados
y cuánto tardan en nacer?
3-4 Al llegar el momento,
la madre se encorva en el bosque
y tiene a sus críos;
ellos crecen y se hacen fuertes,
y luego se van para no volver.
5 »Yo soy quien hizo libres
a los burros salvajes;
6 yo soy quien les dio el desierto
para que vivan allí.
7 Son tan libres que no hacen caso
de los ruidos de la ciudad
ni de los gritos de los arrieros.
8 Y así, andan por los cerros
en busca de pastos verdes.
9 »¿Tú crees que un toro salvaje
estará dispuesto a servirte
y a dormir en tus establos?
10 ¿Tú crees que si lo amarras
podrás hacer que te siga,
y que no se aparte del surco
hasta que cultives tus campos?
11 ¿Puedes confiar en su fuerza
y echar sobre sus lomos
todo el peso de tu trabajo?
12 ¿Puedes hacer que el toro
junte todo tu grano
y lo lleve hasta el molino?
13 »El avestruz es muy alegre,
y le gusta agitar sus alas,
pero no es un ave cariñosa:
14 pone sus huevos en la arena,
y allí los deja empollar;
15 ¡no parece importarle
que una fiera los aplaste!
16 Maltrata a sus polluelos
como si no fueran suyos,
y no le importa que se pierdan.
17 Cuando yo repartí la sabiduría,
no le di su porción de inteligencia,
18 pero cuando extiende sus alas
es más veloz que cualquier caballo.
19 »¿Eres tú quien le dio al caballo
su fuerza y sus largas crines?
20 ¿Eres tú quien lo hace saltar
como si fuera un saltamontes,
y que asuste a la gente
con su orgulloso resoplido?
21 El caballo patea con furia
y se lanza hacia la llanura,
sintiéndose orgulloso de su fuerza.
22 No tiene miedo de nada,
sino que ataca de frente.
23-25 El ruido de las armas
resuena en sus oídos;
oye a lo lejos la trompeta,
y al oír las órdenes de ataque,
resopla y corre a todo galope
sin que nadie pueda detenerlo.
26 »¿Le enseñaste al halcón a volar
y dirigirse hacia el sur?
27 ¿Fuiste tú quien ordenó
que el águila remonte el vuelo
y haga su nido en las alturas?
28 El águila vive en las montañas;
pasa la noche entre las grietas.
29 Desde su lejano escondite
se lanza sobre su presa, y la mata.
30 Las águilas se juntan
alrededor de la presa,
y sus polluelos se ponen felices
cuando se beben la sangre.